jueves, 20 de diciembre de 2012

Pene, pito, falo ...

Despertar en la mañana y por alguna razón pensar en pito ...

No es la ninfomanía o la puteria pero sin querer un día uno se pregunta acerca del pito, no solo por que ahora todo mundo reflexiona acerca de todo tipo de banalidades o de los conciertos, la ropa, la comida pero muchas veces no lo hacemos sobre esto que tiende a gustarnos incluso un poco más.

Posiblemente algunas de ustedes no recuerdan sus primeros acercamientos hacía al órgano masculino y menos si no tenían hermanos o primos de edad similar con los que se bañaron o se metieron a la alberca juntos y con todo naturalidad de niño los genitales fueron explorados, para muchas esta no fue la suerte y lo que se podía hacer era desnudar al Ken más cercano para ver que tenía debajo de los pantalones.

Al pasar al cole, y empezar a descubrir la sexualidad las imágenes de penes era más cercanas a los dibujos sin sentido con miles de colores que hacían la experiencia menos real, y poco estética incluso la misma imagen de la vagina desataba la pregunta ¿y así se verá la mía? sin mencionar que muchas no tuvieron un acercamiento a la pornografía tan instructiva pero entonces se puede decir que pasó, no sé cómo pero pasó.

El primer encuentro, el primer momento cuando uno ve el pene del hombre que tenemos enfrente, siempre puede ser agresivo a la mirada, en primer lugar por que no hay costumbre, no hay cercanía, es como si algo brotara de los pantalones y nos mirara fijamente; con el pasar de los pitos -no pongamos número- digamos que se vuelve un ritual en el que uno se sonroja por dentro cuando lo ve salir glorioso y erecto y más cuando lo que vemos no es particularmente pequeño.

En fin se puede hacer todo un tema acerca de los colores, tamaños, olores y sabores que tiene el pene pero siempre que se piensa un pene muchas veces nos sonrojamos o reímos en silencio por recordar la forma, el ancho o lo que se que ponga a pensar un pene que vemos por primera vez, por que por alguna razón siempre se recuerda la primera vez que se ve, como si fuera un lugar que descubrir o un cuadro nuevo que admirar.

con amorss
La chica del Aparador

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